El orden del dar y tomar no es dictado por nuestra consciencia. Él sirve al equilibrio entre dar y tomar y de esa manera al intercambio en nuestras relaciones.
Tan pronto como nosotros tomamos o recibimos algo de alguien, nos sentimos obligados también a darle algo, y por cierto algo de igual valor. Esto quiere decir que sentiremos que tenemos una deuda con él hasta el momento en que podemos devolverle algo acorde a ese modo saldar la deuda. Después de haberlo hecho volveremos a sentirnos inocentes y libres frente a él. Hasta tanto no hayamos compensado, esa conciencia no nos dejará en paz.
Percibimos a todos los movimientos e la consciencia como culpa o inocencia, independientemente del ámbito de incumbencia. Aquí me voy a limitar a aquellos que tienen que ver con dar y tomar.
Dar y tomar con amor
Cuando alguien me da algo y yo lo compenso por ejemplo, pagando por ello el precio total, la relación se acaba. Ambos seguirán por su propio camino.
Si, en cambio, pago de menos la relación continuará. Por un lado, porque yo me sigo sintiendo en deuda. Por otro, porque la persona todavía espera algo de mí. Recién cuando se ha equilibrado totalmente seremos libres uno del otro.
Algo distinto ocurre entre amantes. Además de la necesidad de compensar aparece en juego el amor. Esto quiere decir: Tan pronto como yo recibo algo de alguien a quien amo, le devuelvo las de lo mismo o de igual calidad. De ese modo el otro volverá a sentirse en deuda conmigo. Pero como él me ama, se devuelve más de lo que el equilibrio exige. De esta manera crece el volumen de dar y tomar entre los amantes y con ello la profundidad de su relación.
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